Hay algo en el negro que siempre vuelve. Es clásico sin esfuerzo, sobrio sin ser aburrido y elegante sin pedir permiso. En este look he querido jugar con esa versatilidad que tiene el negro para adaptarse a cualquier entorno, incluso a uno tan lleno de luz y naturaleza como es el retiro.


La clave está en los detalles: el top de rayas que se asoma sutilmente bajo el chaleco con lazada, el bolso con cadena metálica que suma textura y las bailarinas con hebillas que aportan un aire ligeramente rebelde sin romper la armonía del conjunto.


La falda larga fluida convierte el look en algo atemporal, con ese movimiento que tanto me gusta al caminar.
Me recuerda que un look puede ser cómodo y sofisticado al mismo tiempo.



Porque el negro no apaga, al contrario: resalta lo que realmente importa. Como un marco perfecto, deja que tu actitud, tu gesto o incluso tus labios rojos sean los protagonistas.


Hay días en los que no necesitas colores para destacar. Solo necesitas ser tú.

Total black, pero con alma.