Hay colores que no solo se visten, se habitan. El azul, en su versión más profunda, tiene esa magia: transmite calma y serenidad a la vez que consigue favorecer cualquier tipo de silueta.

El mono fluido, de líneas suaves y mangas vaporosas, acompaña cada movimiento como si supiera bailar con la brisa. Un azul intenso que se mimetiza con la sombra de los árboles, como si la paleta se hubiera pactado previamente a la espera de una de las calurosas tardes de Madrid.


La sencillez del diseño no resta fuerza, al contrario, la multiplica. Porque no hay nada más poderoso que lo sereno.

Los accesorios siguen la misma pauta: unas gafas que descansan despreocupadas, un reloj dorado que marca mi propio ritmo y unas bailarinas que combinan textura y comodidad. Azul sobre azul, sin miedo, sin prisa.



Los puntos de luz vienen dados por los tonos o detalles dorados tanto de los complementos como del calzado y el bolso también se suma a ello al integrar ambas tonalidades.


En definitiva, creo que se trata de un look perfecto para el día a día pero también idóneo para cualquier evento si hacemos un cambio en el calzado. La tela fina lo convierte también en una excelente opción para protegernos del sol sin pasar por ello calor.

La moda también es una forma de respirar. Y hoy, vestida de azul, respiro hondo, camino lento .
