Hay ciudades que invitan a soñar y Venecia es, sin duda, una de ellas. Sus canales, su arquitectura renacentista y su aire romántico convierten cada rincón en un escenario cinematográfico. Para pasear entre sus callejones de piedra y dejarme llevar por el magnetismo de la ciudad, elegí un look que reflejara ese mismo espíritu: un vestido dorado de transparencias y lentejuelas, capaz de capturar la luz de la tarde y transformar cada movimiento en un destello.

El vestido, de corte recto y estilo slip dress, se convierte en el protagonista absoluto. Su tejido ligero y brillante evoca el reflejo del sol sobre el agua, mientras la transparencia le aporta un toque moderno, arriesgado y sofisticado.


Hemos podido ver este año muy presentes las transparencias en todas las versiones posibles y es que es una tendencia que vuelve y que seguirá en nuestros armarios por el juego que da en nuestros looks . Una conquista sutil hecha tela que deja entrever nuestro cuerpo o silueta.

Para seguir con la fuerza del dorado, lo combiné con unas sandalias del mismo tono que alargan la silueta. Aquí tenéis que tener cuidado en cómo las atáis para no dar con el efecto contrario al esperado porque este tipo de accesorios que tienen cuerda o trenzado unido pueden estilizar nuestro cuerpo o empequeñecerlo visualmente.

El maquillaje fue clave para realzar el look: labios rojos intensos que añaden un aire clásico y una melena suelta que mantiene la naturalidad. El resultado creo que es un otufit que abarca varias pinceladas de diferentes estéticas pero que se cobija en la espontaneidad como base .


La moda puede ser una forma de dialogar con el lugar en el que estás. En Venecia, entre puentes y palacios, el dorado cobra un nuevo significado: es brillo, es elegancia, es romanticismo en movimiento. Venecia es arte y creatividad. Dejémonos llevar.
