El otoño es esa estación que invita a las capas, a los tejidos suaves y a los colores que evocan calidez. En este look, he querido capturar precisamente eso: la esencia de una elegancia relajada, combinando prendas clásicas con un toque contemporáneo.

El protagonista es un chaleco de punto en tono que me encanta , una pieza que ha regresado con fuerza y se ha convertido en un imprescindible del entretiempo. Su textura cálida y su color, entre el terracota y el rosa apagado, aportan luminosidad y un aire otoñal perfecto.

Lo combiné con una camisa blanca oversize, que equilibra el punto con un toque estructurado. El contraste entre ambos tejidos —el algodón fresco y la lana suave— crea una armonía sencilla pero muy efectiva.

Para la parte inferior, opté por pantalones oscuros ligeramente rectos, una elección que estiliza y aporta sobriedad al conjunto. En los pies, el burdeos consigue retomar el tono cálido del chaleco y completan la paleta cromática con coherencia.

El bolso negro con mis iniciales aporta un punto más urbano y funcional, ideal para el día a día, mientras que los accesorios mínimos y el labial elevan el conjunto sin restarle naturalidad.

El resultado es un look versátil, cómodo y sofisticado, perfecto para un paseo otoñal, una tarde en la ciudad o incluso una jornada de trabajo informal. La clave está en los pequeños contrastes: lo clásico y lo actual, lo estructurado y lo suave.

Bajo la luz dorada del otoño, este look se convierte en un recordatorio de que la sencillez también puede ser sinónimo de elegancia.